viernes, 13 de septiembre de 2013

Ejercicio

No intento caer en lugares comunes. O, al menos, si lo hago quiero hacerlo con estilo. La mujer, su aprobación y culto, produce todo tipo de movimientos, acciones y reacciones. Desde el vuelco endorfínico en el estómago al verla cruzar el umbral de nuestra vida, el violento movimiento estomacal cuando nos dicen, dándonos la espalda, que tenemos que hablar e, incluso, el más campechano y festivo doblez en la costura del pantalón que se ubica en la entrepierna. En otras palabras, en un brutal ejercicio de honestidad, muchos de nosotros no nos lavaríamos los dientes o usaríamos ropa interior si no hubiese una mujer involucrada en la ecuación.

La otra noche frente al refrigerador, lugar común -ese sí- para los grandes acontecimientos domésticos Mi Mujer (mía no porque me pertenezca, sino porque, sencillamente, me es como yo le soy) me dijo algo que me hizo reaccionar. Si hay hombres que escalan montañas para, un par de años después, poderlo presumir en un bar al conocer una chica; ¿por qué yo no habría de reaccionar haciendo lo que mejor hago: escribiendo sin pulgares.

No pretendo ser didáctico, no pretendo ser conocido, no pretendo sistematizar; sólo quiero abrir un buzón para hablar, paradójicamente, de lo que no puede ser dicho frente al refrigerador. No se puede porque soy un firme creyente de que la palabra y el lenguaje escrito albergan una alquimia aparte del ritmo y capricho propio de la conversación cotidiana. Quiero, pues, escribir y dialogar conmigo sobre todas esas letras que se empachan entre el pecho, el estómago y las seis de la tarde.

Nuevamente, si un tipo escribió todo un libro (¡en hexámetros!) para impresionar una chica, si un jeque mandó alzar un edificio entero por una trigueña e incluso un chico japonés almacenó su semen durante semanas en un envase para honrar su fascinación por una mujer, ¿qué de raro tiene que yo abra un espacio para escribirle, impresionarla y honrarla? Y, de paso, porque así funciona este oficio, escribir así fragmentos de la historia de un "nosotros" que hace eco en cada palabra que pongo delante de otra.

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